En un mundo cada vez más interconectado y dependiente de cadenas de suministro complejas, la logística dejó de ser un área operativa para convertirse en un factor estratégico. Su impacto es determinante en todos los sectores, pero adquiere una relevancia crítica en tres industrias esenciales: salud, energía y alimentación. En estos ámbitos, una falla logística no solo genera pérdidas económicas o retrasos, sino que puede comprometer la seguridad, el bienestar e incluso la vida de las personas.
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